Una nueva noticia ha generado gran impacto en redes sociales y medios de comunicación: la muerte de María José Estupiñán, modelo e influencer colombiana de 22 años, ha despertado preocupación por las inquietantes similitudes que guarda con el reciente caso de la mexicana Valeria Márquez. Ambas jóvenes, activas en plataformas digitales y con gran número de seguidores, fueron víctimas de ataques fatales tras ser contactadas bajo la apariencia de una entrega o presente.
María José, conocida como “La Mona” por su comunidad en redes, era estudiante de Comunicación Social y había logrado construir una carrera como modelo mientras compartía con sus seguidores contenido relacionado con moda, estilo de vida y momentos personales. El pasado 15 de mayo de 2025, su vida se apagó de forma repentina y trágica cuando un hombre que se hizo pasar por repartidor llegó hasta su vivienda en Cúcuta, Colombia, con lo que aparentaba ser un regalo.
Según los reportes preliminares entregados por las autoridades, el atacante se habría acercado con la intención de hacerle creer que se trataba de una entrega especial. Una vez en la puerta de su casa, se produjo el ataque que terminó con la vida de la joven, a pesar de los esfuerzos médicos por salvarla. La Fiscalía colombiana está manejando la investigación bajo el protocolo de feminicidio, considerando la naturaleza del crimen y su contexto.
El caso ha generado eco no solo por la tragedia en sí, sino por el parecido con el asesinato de Valeria Márquez, ocurrido días antes en Jalisco, México. En aquel caso, la influencer también fue contactada con un supuesto presente, minutos antes de ser atacada en plena transmisión en vivo. Estas coincidencias han encendido las alertas entre internautas y colectivos feministas que han exigido una revisión profunda de ambos casos, ante la posibilidad de un modus operandi común.
Aunque hasta el momento las autoridades no han confirmado una conexión directa entre los dos hechos, sí se están considerando los elementos en común, como el uso de supuestos regalos o visitas sorpresa como mecanismo de acercamiento. También ha llamado la atención que ambas mujeres eran jóvenes, activas digitalmente, y tenían presencia en plataformas donde compartían aspectos de su vida privada, lo que ha vuelto a poner en discusión los riesgos de la exposición en redes sociales.
María José Estupiñán no solo era una figura reconocida en su entorno, sino también una joven con muchas metas. Estudiaba para convertirse en comunicadora y tenía aspiraciones en la industria del entretenimiento y la belleza. Quienes la conocieron la describen como una persona amable, carismática y llena de sueños por cumplir. En redes sociales, mensajes de despedida y pedidos de justicia se han multiplicado desde que se conoció la noticia. “Tenía un brillo que iluminaba a todos a su alrededor”, escribió una de sus amigas cercanas.
El asesinato de María José ha vuelto a encender un llamado urgente por parte de la sociedad civil a fortalecer las medidas de protección y justicia para las mujeres, especialmente aquellas que se desarrollan en espacios públicos, virtuales o profesionales. La indignación por estos hechos ha ido en aumento, no solo en Colombia, sino también en otros países de Latinoamérica, donde se exige que estos crímenes no queden en la impunidad.
Mientras avanza la investigación y se busca esclarecer todos los detalles de lo ocurrido, lo cierto es que el país vuelve a verse sacudido por una pérdida que pudo haberse evitado. La historia de María José Estupiñán se suma, tristemente, a una creciente lista de jóvenes talentosas cuyas vidas fueron truncadas por la violencia. Su legado, sin embargo, permanece vivo en la memoria de quienes la admiraban y lucharán porque se haga justicia.
